miércoles, 22 de julio de 2009
Así se murió
Huele a podrido, a humanidad defecada; el hedor es irremediablemente adherente. El infierno colgante pulveriza células, descompone tejidos y uno que otro órgano. El virus carcomiéndose así mismo, lamiendo sus yagas, engulléndose, alimentando lo restante con su propia putrefacción. Se desvanece en verdosa mucosidad con la que deja su deprimente rastro por lo que alguna vez fueron avenidas. El colapsado y tétrico entorno, indigesto escupe gases y fragmentos de materia descompuesta por las infinitas grietas. No hay razón ni cordura, las mentes se desorbitaron de la armónica línea mental humana. Ésto, lo que sea, metamórfeo en un cementerio de existencia, dando vida a la pesadilla de algún alucinante pensamiento extraviado en el insondable universo de quién sabe que mente. Inerme el terreno y el espíritu de la vitalidad se sumergen en la cuita eternamente penitenciada. ¿Cómo fue? ¿Quién puede ahora recordarlo? ¿a quién le queda un a pisco de pensamiento para intentarlo?¿cómo es que yo lo describo?
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