sábado, 9 de abril de 2011

"...y se van llorando, llorando la hermosa Vida."

Tenía a Sabines, tengo a Cortázar, también Shakespeare, Moliere, alguna vez a Jodorowsky; tantos ajenos pero tan míos, ni sé bien porque no los he hecho míos, lo que es cierto es que ninguno de ellos charlara de la misma manera con alguien más. ¡Ay! mis apasionados y sin vida; mis amantes de letras, papel y tinta. Todos ellos que fantasmagoricamente brotaron de palabras para para que matáramos tantas noches. Extrañaré a tus putas canonizadas, a todos esos amorosos huecos y tan intensos. Las pequeñas coincidencias literarias que no logro recordar si alguna vez te escuché atrás en una voz que no era la de mi imaginación. Esos relatos tan de mí que brotaron aguas saladas; Lo que me permitiste engendrar. Eso que murió en mí, una muerte tuya que se alargo hasta mi pluma, hasta mis dolores amorosos y extraños amorosos. Tu coloquial y esquisitamente sencilla manera de convertir el caminar burdo en poesía sin poemas o con unos cuantos. Sabines mío, el que le hace el amor con lengua y dedos a la mujer que se te acerque, continuaré extrañándote hasta que regreses a mis manos, a mis ojos sedientos y preferentes de pecados. Mientras tú sueñas durmiendo lejos me conformaré con tu saludos matutino al consiente cuando me descubra despertando complacida con la mano en el sexo.

No sé

Tómame caminando porque continuo, porque no me detengo, porque estoy asustada y emocionada, porque te pienso en todo momento, porque te reprimo al segundo siguiente. Una Doble vida. Y no puedo ver en la obscuridad, y así ando, como ciega, como perdida, intentando, deseando, como queriendo. Bailo y canto, porque vivo, porque estoy feliz como pocas veces, como nunca, es por ellos que no entiendo, es por ello que enfermo.

Éso los dos

Alto. Detente. Es la canción de cuatro años atrás, es la de la vida, la del corazón. Una virgen redentora. Una virgen deseosa de pasión, hambrienta de amor. Llueve en la memoria. Palabras y regresiones. Notas y cartas antiguas. Cuanta dicha en los recuerdos. El murciélago en llamas que no murió. La Sangre que nos llama. Una Luna invisible. Ojos negros, piel de Luna. Costillas, Pulmón y corazón. Por siempre. Para siempre. Juntos. Volando. Amando. Bebiendo... ...Eternamente.

Sin él

Me pasa cuando me quedo sola, cuando en mi cuarto hay canciones de esas que se te meten por las venas y las cortinas continúan abajo evitandole la entrada al sol; cuando no hay nadie alrededor y sé que por la noche volveré al mismo momento, ahí es cuando sucede, cuando hasta el miedo surge, porque se me despierta, me cosquillea, hasta ríe malevolamente; ese pequeño demonio que me vive en las entrañas; ese que siempre cubro con ruido, ruido y más ruido para no oírle; ese que me provoca náuseas , sudor frío y navajas con Sangre; el mismo que me ganará algún día. Lo descubro así y me quedo muda, temblando y ni hago nada hasta que llega alguien, quien sea, y rompe la atmósfera, quiebra tan difícil momento y le hace volver a su escondite con sólo cruzar la puerta. Entonces sonrio, suspiro y limpio el sudor frío de la frente, y hago como que no pasa nada, entonces me marcho, me voy a continuar con mi día, engañándome a medias, porque siempre a cada hora recuerdo lo ocurrido y comienzo a planear, a idear que hacer cuando ande de vuelta al mismo sitio, a la misma soledad, para que no venga, para no darle oportunidad de aparecer, porque no me gusta, porque me hace llorar, porque me vuelvo niña, niña triste y apaleada cuando él aparece.

Soy él

Se siente parecido a la llegada de la tranquilidad y al unísono una laguna de llanto con tristeza como a punto de inundar todo. Se percibe al llanto aferrado a la "nada" para no salir furioso, todo mojado de tristeza, hijo de la soledad, reducto de la Sangre, Sangre naciente del Amor, del Amor tan despiadado con ese corazón suyo que no consigue la felicidad. Así deja a mi ser, sin poder dormir. Loco, casi loco de tanto eco, de tantos centímetros de sábana helados, congelados del vacío. Recordando, sólo eso, extrañando como parece que sera ese su destino, siempre extrañar. Sola, tan sola ella, tan siempre sola. Tantas veces enamorada; tantas veces esperando ya no a uno, al Amor mismo; tantas, muchas. Adolecida, con dolor de hombre, con heridas de abandono, con la vida triste.