Me lastime el alma, me accidente hasta la conciencia, me hayo incapacitada con benditas repartidas por doquier. Curo aquí y allá, o al menos eso intento y es que siempre una herida parece arder más que otra. Quiero una cita para el doctor, quiero una cita en el quirófano. Que me ausculten y analicen; que revisen todo sin olvidar nada. No le temo al pinchazo de la aguja, ni siquiera a las intensas luces de la plancha, mucho menos al bisturí. Que corten y laven todo lo necesario; quizá solo una aspirina, un analgésico, tal vez un placebo. Que busquen y rebusquen hasta encontrar el mal.
Lo único que me importa es sanar, para que al final con vendoletes y somníferos camine sonriendo a casa saboreando el caramelo que me obsequiaran.
lunes, 23 de noviembre de 2009
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