Te dan ganas de llorar y sabes que ya no debes hacerlo más, que el alma se te esta escurriendo por los ojos.
Cómo se supone que uno deba aprender a entender todas las metáforas de la banqueta. Nadie nos dijo nunca nada de cómo andar y cómo no hacerlo. Y se supone que tenemos que hacerlo bien.
Que digas, que le grites que lo amas, que le extrañas, que le sufres en cada telaraña de esa fría cueva a la que le has nombrado hogar, pero no quiero, no quieres, no digas, no hables más que esa congelada azotea está harta de escuchar los aullidos noctambulares .
Ya vámonos ándale, vámonos de aquí por favor, que no podemos caminar, que no queremos entender.
Estamos en el funeral de todos los difuntos pasados, de todos los que se nos olvidaron.
Y te consumiste en el cirio izquierdo, me queme las entrañas con la cruz de fuego, me entierro en los recuerdos sin imágenes.
No se siente bien.
Estúpidos principitos no estoy bien no se dan cuenta, no es ahorita cuando deben venir en su blanco corcel a rescatar a la princesita de esa torre en ruinas.
sábado, 19 de diciembre de 2009
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