martes, 3 de enero de 2012

R.V. II

Lo decidí ya, lloraré tu muerte con sangre, con la sangre que me cruce de frente. Un vulgar mortal te arrancó de mí, no merece mi condescendencia su especie.
Tan repentina pero cierto, ese día murió lo poco romántico que se había instalado, despertó la bestia, la criatura asesina que en realidad soy.
Me sentí invadida de venganza, pero una venganza a mí misma, alexionándome por haber cedido mi sangre fría a una ridiculez mortal.
Tenía muy claro que la culpa no era de él, quien le había dado muerte, la dolorosa realidad era ella quien eligió acabarse antes de perderle, de mirarlo morir por una vida humana que Solene no podía cambiarle.
Languidecí mucho antes, cuando le permití a Solene socializar con él, con Andru, tan bello Andru, tan peligrosamente persuasivo.
La experiencia y astucia no es un don de especie, es algo que sólo los años te dan y yo, desde el primer segundo en saber de Andru supe que sería mi calamidad.



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